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¿Imaginas una cocina escolar donde el fuego no tiene oportunidad? Hoy analizaremos los sistema de extinción automática de incendios en cocinas, una tecnología clave para garantizar la seguridad alimentaria y la tranquilidad en los centros educativos.
¿Por qué son tan importantes estos sistemas en las cocinas escolares? La respuesta es sencilla: las cocinas son entornos con un alto riesgo de incendio. La presencia constante de grasas, aceites calientes, equipos eléctricos y el intenso uso de fuego las convierten en zonas especialmente vulnerables. Un pequeño descuido, una fuga de gas o un cortocircuito pueden desencadenar un desastre.
¿Qué tipos de sistemas de extinción automática se utilizan en las cocinas escolares? Existen diversas soluciones, cada una con sus características y ventajas:
Sistemas de agentes químicos: Utilizan agentes como el dióxido de carbono (CO2) o los gases inertes para sofocar el fuego al desplazar el oxígeno. Son sistemas rápidos y efectivos, pero pueden ser costosos y requerir una ventilación adecuada.
Sistemas de agua nebulizada: Emplean pequeñas gotas de agua que se dispersan en forma de niebla. Este sistema es eficaz para enfriar el fuego y reducir los daños por agua.
Sistemas de espuma: Generan una capa de espuma que cubre la superficie del fuego, aislando el combustible del oxígeno. Son especialmente adecuados para incendios de líquidos inflamables.
Sistemas de agentes químicos secos: Utilizan agentes como el polvo químico seco para interrumpir la reacción química de la combustión. Son sistemas versátiles y relativamente económicos.
La normativa española establece requisitos específicos para la instalación y mantenimiento de sistemas de extinción automática en cocinas en establecimientos de hostelería, lo que incluye, por supuesto, las cocinas escolares. Estas normativas buscan garantizar la seguridad de los usuarios y minimizar los riesgos de incendio.
Es fundamental que los sistemas de extinción automática sean:
Instalados por profesionales cualificados: Es imprescindible contar con empresas especializadas en la instalación y mantenimiento de estos sistemas.
Sometidos a revisiones periódicas: Los sistemas deben ser revisados y mantenidos de manera regular para asegurar su correcto funcionamiento en caso de emergencia.
Adaptados a las características específicas de cada cocina: La elección del sistema más adecuado dependerá del tamaño de la cocina, los equipos utilizados y el tipo de riesgos potenciales.
"Más vale prevenir que lamentar", reza el refrán. Y en el caso de los sistemas de extinción automática, esta máxima cobra especial relevancia. Un mantenimiento preventivo adecuado es esencial para garantizar la eficacia de estos sistemas en caso de emergencia.
Este mantenimiento debe incluir:
Revisiones periódicas de los componentes: Inspección de tuberías, boquillas, detectores de incendios, etc.
Pruebas de funcionamiento: Realización de pruebas periódicas para verificar que el sistema funciona correctamente.
Limpieza y mantenimiento de los equipos: Eliminación de polvo, suciedad y otros residuos que puedan afectar al funcionamiento del sistema.
La formación del personal de la cocina escolar es un aspecto crucial para la seguridad. Todos los empleados deben conocer:
El funcionamiento del sistema de extinción automática: Cómo funciona el sistema, cómo activarlo en caso de emergencia y qué hacer durante y después de un incendio.
Las medidas de prevención de incendios: Buenas prácticas de manipulación de alimentos, uso seguro de equipos eléctricos, limpieza adecuada de las instalaciones, etc.
Los procedimientos de evacuación: Conocer las rutas de evacuación y los puntos de encuentro en caso de emergencia.
La tecnología avanza constantemente, y los sistemas de extinción automática en cocinas también evolucionan.
Sistemas más inteligentes: Se están desarrollando sistemas más inteligentes que pueden detectar y analizar incendios con mayor precisión, lo que permite una respuesta más rápida y eficiente.
Integración con otros sistemas: La integración con otros sistemas de seguridad, como los sistemas de detección de incendios y los sistemas de control de acceso, permitirá una gestión más integral de la seguridad en las cocinas escolares.
Soluciones sostenibles: Se buscan soluciones más sostenibles, con un menor impacto ambiental, como los sistemas de extinción con agentes químicos más respetuosos con el medio ambiente.
La seguridad alimentaria y la tranquilidad de los alumnos son prioridades fundamentales en cualquier centro educativo. La implementación de sistemas de extinción automática de incendios en las cocinas escolares es una inversión en seguridad que no debe subestimarse.
Contar con sistemas fiables y bien mantenidos, junto con una formación adecuada del personal, permitirá minimizar los riesgos de incendio y garantizar un entorno seguro para todos.
Recordamos que la prevención es clave. Adoptar buenas prácticas de seguridad y realizar un mantenimiento adecuado de los equipos son aspectos fundamentales para evitar situaciones de riesgo.
La desinformación circula más rápido que el fuego mismo, la verdad se convierte en una herramienta vital para la supervivencia. Nos sentamos hoy, como lo haría el maestro Jesús Quintero, entre silencios reflexivos y miradas profundas, para desnudar los mitos que rodean a uno de los instrumentos más cruciales en la lucha contra incendios: el extintor.
Realidad: El agua puede ser tu peor enemigo si no sabes a qué te enfrentas.
Imagina la escena: una cocina, una sartén en llamas, el pánico, y alguien corre con un vaso de agua. El resultado no es una salvación, sino una bola de fuego brutal, producto del instinto mal informado.
¿Qué sucede exactamente?
El aceite supera los 300 °C.
El agua, al tocar la grasa, se convierte en vapor instantáneamente.
Ese vapor arrastra gotas de grasa incandescente, generando una explosión de llamas que puede herir, incendiar la estancia y provocar un desastre total.
Este fenómeno se denomina vaporización explosiva, y es ampliamente documentado en los manuales de prevención de incendios.
¿Qué dice la normativa?
El Real Decreto 513/2017 (RIPCI) exige extintores adecuados al tipo de fuego. Para fuegos tipo F (aceites y grasas), se requiere un extintor clase F, formulado para sofocar sin provocar explosión.
¿Cuál es la solución?
Un extintor clase F:
Baja la temperatura del aceite lentamente.
Forma una capa jabonosa que bloquea el oxígeno.
Previene reencendidos peligrosos.
Realidad: Toda actividad económica, por pequeña que sea, está obligada a tener protección contra incendios.
Desde un salón de belleza hasta un despacho de abogados, la ley no hace distinciones por tamaño cuando hablamos de protección y seguridad.
¿Qué establece la ley española?
El Código Técnico de la Edificación (CTE) y el RIPCI son claros:
Cualquier establecimiento con actividad debe contar con extintores visibles, accesibles y señalizados.
1 extintor por cada 15 metros de recorrido de evacuación.
Al menos 1 extintor por planta, normalmente el extintor ABC
¿Y si no cumples?
Multas cuantiosas.
Posible cierre temporal del negocio.
Falta de cobertura del seguro ante incendios.
Responsabilidad penal si hay heridos o víctimas.
Tener extintores no es solo cumplir con la ley, es proteger tu vida, tu inversión y a quienes confían en ti.
Realidad: La mayoría pueden recargarse y seguir funcionando si se les da el mantenimiento adecuado.
Tras su uso, los extintores deben ser inspeccionados por una empresa autorizada. Si su estructura y mecanismo están intactos, pueden ser recargados y certificados para nuevos servicios.
La legislación exige:
Revisión visual cada 3 meses.
Inspección técnica anual.
Retimbrado cada 5 años.
Un extintor bien mantenido es una segunda oportunidad de vivir.
Realidad: Los extintores también tienen fecha de caducidad.
Muchos hogares españoles tienen extintores olvidados en armarios, con más de 10 años de antigüedad. Aunque parezcan intactos, los componentes internos pierden eficacia con el tiempo.
La vida útil promedio es de 15 a 20 años, siempre que se cumplan las revisiones estipuladas. De lo contrario, el día que necesites usarlo puede convertirse en un adorno inútil colgado en la pared.
Realidad: El CO₂ del extintor co2 tiene aplicaciones limitadas y también peligros.
El dióxido de carbono es excelente para fuegos eléctricos y líquidos inflamables (clase B), ya que no deja residuos y no daña equipos electrónicos. Pero:
No enfría suficientemente fuegos de clase A (madera, papel).
En espacios cerrados, desplaza el oxígeno y puede causar asfixia.
Jamás debe usarse sin ventilación adecuada o sin conocimiento.
“No hace falta formación para usar un extintor”
FALSO. La mayoría de personas no sabría quitar el pasador de seguridad o accionar correctamente el extintor en una situación de estrés. La formación salva vidas.
“Si tengo detector de humo no necesito extintor”
FALSO. El detector avisa, pero no apaga. Un extintor bien usado puede controlar un incendio antes de que los bomberos lleguen.
“Un extintor estalla con el calor”
FALSO. Están diseñados para resistir temperaturas extremas. El mayor riesgo no es que exploten, sino que no funcionen por falta de mantenimiento.
Desde nuestra experiencia en protección contra incendios, recomendamos:
Tener extintores adaptados al riesgo específico (clase A, B, C, F, CO₂, etc.).
Colocarlos en lugares visibles, accesibles y correctamente señalizados.
Contratar empresas habilitadas para su revisión y mantenimiento.
Capacitar al personal en su uso correcto y en planes de evacuación.
No dejarse llevar por mitos ni consejos mal fundamentados.
“El fuego, como la ignorancia, no avisa dos veces. Solo arrasa.”
La información correcta no solo evita tragedias, construye una cultura de seguridad colectiva. Derribar mitos es un acto de responsabilidad. Porque al final, la verdad es el mejor extintor contra el fuego de la desinformación.
Un coche calcinado, un vertedero urbano y la crónica de una dejadez institucional.
En Barcelona, cuando cae la noche y los relojes del vecindario se alinean en silencio tras la medianoche, algunas esquinas se transforman. Y no por arte de magia, precisamente. La madrugada del lunes al martes, pasada la 01:00, un coche aparcado en el barrio del Bon Pastor ardió hasta los cimientos. No fue un accidente de circulación, ni una explosión fortuita, ni el castigo divino de los dioses del motor. Fue fuego puro y duro, con la virulencia de las llamas desatadas y el olor a caucho quemado colándose en las rendijas del insomnio.
En la calle Lima, ese aparcamiento público ya no parece un sitio donde uno deja el coche unas horas para hacer unos recados o visitar a la abuela. No. Es un vertedero sin ley, un erial de escombros, basura industrial y restos del descuido que nadie quiere mirar. Así lo denuncia Luis Carmelo, portavoz de la asociación de vecinos AVIS del Bon Pastor, que lleva tiempo advirtiendo del deterioro de esta parcela urbana que, más que zona de aparcamiento, parece el rincón del olvido municipal.
Porque este coche no es el primero. En poco más de un año, ya van tres vehículos calcinados en este mismo emplazamiento. Tres. Como si una maldición mecánica rondara los contornos de la calle Lima. Pero la realidad es mucho más terrenal: dejación, suciedad y ausencia de control.
Las imágenes, cedidas por los propios vecinos, muestran a la grúa municipal retirando el amasijo metálico ennegrecido que fue un coche. Un amasijo donde hubo sueños de libertad, de carretera y ventanillas bajadas. Pero el martes por la mañana ya solo quedaba chatarra humeante, cenizas esparcidas y una pregunta sin respuesta clara: ¿quién se responsabiliza?
Porque allí, entre restos de yeso, sacos de cemento y maderas viejas, lo que no hay es vigilancia. No hay cámaras. No hay control de acceso. Lo que sí hay —y en abundancia— es riesgo. Riesgo de fuego, de ocupación indebida, de que un día alguien no salga con vida si está en el lugar y momento equivocados.
Y hablando de riesgo, ¿cuántos conductores, vecinos o trabajadores de la zona llevan un extintor en el maletero? La verdad incómoda es que muy pocos. Y eso, cuando uno aparca en un espacio donde los incendios se repiten con la frecuencia con la que se cambian los turnos en una portería, es simplemente una imprudencia.
Un extintor portátil, ese cilindro rojo muchas veces olvidado o directamente ignorado, puede marcar la diferencia entre el susto y la tragedia. En situaciones donde el fuego comienza a propagarse en segundos —como ocurrió en la calle Lima—, tener una herramienta de primera respuesta es crucial. Y aún más, si estamos hablando de un aparcamiento donde los coches arden como si fueran hogueras de San Juan.
El panorama actual en el Bon Pastor es una imagen triste. Se mezclan vehículos abandonados, montañas de escombros lanzadas con desgana por empresas que operan como si aquello fuera tierra de nadie, y vecinos que ya no saben a quién acudir. Porque la basura no solo ensucia; la basura huele, corroe y se incendia.
En este ambiente, tener un mini extintor coche no es solo una recomendación de seguridad: es una necesidad básica. Pequeño, compacto y de rápida acción, este dispositivo no ocupa espacio, pero sí da tiempo. Tiempo valioso para reaccionar antes de que las llamas devoren todo.
Y es que el fuego no espera a que llegue el seguro, ni a que aparezca la Guardia Urbana. El fuego avanza. Como avanzó esa noche, desde el suelo sucio hasta el techo del coche, devorándolo sin misericordia.
Mientras tanto, la Guardia Urbana hizo acto de presencia. Llegó, levantó acta, supervisó la retirada del vehículo y, como suele ocurrir, se fue. El problema no se extingue con un parte ni con la retirada de una carcasa chamuscada. El problema se extingue con política pública eficaz, mantenimiento constante y responsabilidad compartida.
A este ritmo, no sería de extrañar que en el próximo parte vecinal alguien añada un nuevo vehículo pasto de las llamas. O peor aún: una víctima humana.
Porque una cosa es un coche ardiendo, y otra muy distinta es una tragedia que se puede —y debe— evitar.
Detengámonos aquí. Porque si vamos a hablar de soluciones, más vale saber de qué estamos hablando. ¿que es un extintor abc? Es un tipo de extintor multipropósito, capaz de apagar fuegos sólidos (tipo A), líquidos inflamables (tipo B) y gases (tipo C). Traducido al lenguaje de la calle: sirve para sofocar desde una papelera encendida hasta un coche en llamas.
Su versatilidad lo convierte en el aliado perfecto para vehículos, hogares y negocios, especialmente en zonas como Bon Pastor, donde el fuego no es una suposición remota, sino una presencia constante.
Y no hace falta ser bombero para usarlo. Basta con saber accionar la palanca, apuntar a la base de las llamas y mantener la calma. Una operación de segundos que puede salvar miles de euros y, sobre todo, vidas humanas.
Tres coches quemados. Una zona convertida en basurero. Cientos de vecinos hartos. Y ninguna solución a la vista. Esta es la fotografía fija del Bon Pastor, un barrio trabajador que no merece cargar con la desidia administrativa.
Los ciudadanos han hecho su parte: han denunciado, han documentado, han pedido ayuda. Pero sin medidas concretas —como limpieza semanal, cámaras de vigilancia, presencia policial periódica y sanciones a quienes tiran escombros—, la zona seguirá siendo una trampa latente.
Y mientras tanto, lo mínimo que uno puede hacer es estar preparado. Llevar un extintor ABC en casa, un mini extintor coche en el vehículo, y los ojos bien abiertos. Porque el fuego no avisa, pero sí deja señales. Y en Bon Pastor, las señales arden a plena luz del día.